La provincia de Formosa se afianza como un actor relevante en el mapa energético del norte argentino. Con la gestión de los yacimientos de Palmar Largo, Surubí y El Chivil, ubicados en el oeste provincial, el Estado formoseño —a través de la empresa pública REFSA Hidrocarburos— ha logrado revitalizar su producción de crudo en una región tradicionalmente relegada del desarrollo petrolero nacional.
Gestión estatal y crecimiento sostenido
Desde que REFSA asumió el control operativo en 2020, luego del retiro de compañías extranjeras, la producción creció de 30 m³ diarios a un promedio actual de entre 88 y 92 m³. Este avance —equivalente a entre 554 y 578 barriles por día— responde a un plan de inversión sostenido y políticas orientadas al fortalecimiento institucional.
El gerente de REFSA Hidrocarburos, Silvio Basabes, explicó que la provincia apostó a un modelo que combina eficiencia operativa con compromiso social, priorizando no solo la extracción de recursos, sino también el desarrollo local.
Desafíos técnicos y contextuales
Los campos en operación forman parte de cuencas maduras con más de tres décadas de actividad. Esto implica una declinación natural del 10% anual y una elevada proporción de agua (95%) en el proceso de extracción, lo que encarece notablemente los costos de operación. Actualmente, producir un barril en la región cuesta alrededor de 45 dólares, por encima del promedio nacional.
A esto se suma la escasez de empresas especializadas en servicios petroleros en el norte argentino, lo que obliga a recurrir a contratistas de otras provincias, incrementando los costos logísticos y operativos. Basabes remarcó la necesidad de mayor apoyo nacional para reactivar cuencas maduras, hoy fuera de los programas de incentivos estatales.
Inversión, sostenibilidad y arraigo territorial
A pesar de los desafíos, REFSA avanza con una estrategia de desarrollo endógeno, que incluye nuevos estudios sísmicos, captación de financiamiento, y el fomento a PyMEs regionales interesadas en participar del sector energético.
Además de sus metas productivas, la empresa implementa una gestión socialmente responsable, invirtiendo en infraestructura local, caminos, servicios básicos y espacios comunitarios. Durante la pandemia de COVID-19, su rol fue clave para acompañar a las comunidades rurales del oeste formoseño.
Un modelo alternativo en la industria energética
El caso formoseño pone en evidencia que la soberanía sobre los recursos naturales puede traducirse en proyectos energéticos sustentables, inclusivos y con fuerte impacto social. Con visión de futuro, la provincia busca demostrar que el desarrollo energético también puede generar arraigo, empleo y bienestar para las comunidades.
Formosa está escribiendo una nueva página en la historia energética argentina, basada en la gestión estatal, el compromiso ambiental y el desarrollo social. ¿Querés conocer más sobre modelos energéticos alternativos en las provincias? Seguinos en Yo Energía para enterarte de todo.